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La tierra donde nací
es un jardín lleno de
luces
que crecen
como la yerba
pero no viven…
En mi tierra
no se cultiva la vida,
en sus calles se
cosecha la muerte.
Se siembran niñas
se siembras mujeres
se siembras hombres
y todos nacen
con los ojos blancos
y con la boca abierta.
Mi tierra es un jardín
donde nacen los muertos
y se les riega con llanto
y se les abona con
agonía.
Su sangre se mezcla con
savia
y su voz se desprende de
sus labios
para partir con el
viento.
Todos están al aire libre
bajo el cielo nublado de
una
esperanza perdida,
y los abriga el frío
de una mañana desconocida.
Mira cómo crecen los
muertos
en mi patio,
hay fetos emplasticados
en la enredaderas
hay mujeres crucificadas
en las esquinas
y uno que otro racimo de
piernas
adorna la mesa de centro
del general.
En mi tierra
los jardines producen
una gran cosecha
y todos los días
puedes encontrar una
mujer,
una niña y hasta familias
enteras
envueltas entre sábanas
para que no sientan frío.
No, mi tierra no es un
cementerio
lleno de cruces y
sepulcros blanqueados y lápidas enmohecidas,
ahí están los muertos, y
en los cementerios no
nacen los muertos.
En mí pequeño terruño
nacen los muertos
y nacen a fuerza
de violencia y en su crecer
retumba una melodía de plomo.
Los jardineros de mi
jardín
andan bajo el sol
libres y orgullosos
con sus botas sucias
y llenas de sangre
y son muchos,
tantos que no te imaginas
y cada día van a la calle
a podar una nueva vida.
La tierra donde nací
es un jardín lleno de
luces
que crecen
como la yerba
pero no viven…
